Así es como somos los seres humanos. Colectivamente, como especie, ése es nuestro paisaje sentimental. Una señora muy mayor, que tenía casi 100 años, me dijo: «A lo largo de la historia las dos preguntas que han traído de cabeza a la humanidad son éstas: ¿Cuánto me quieres? y ¿Quién manda aquí?». Todo lo demás tiene solución, pero el asunto del amor y el control nos saca lo peor, nos desquicia, nos lleva a la guerra y nos hace padecer enormes sufrimientos. Y ambos temas desgraciadamente (o puede que obligadamente) afloran de manera constante en el ashram. Cuando me siento en silencio y me contemplo la mente, me pongo a pensar en cosas relacionadas con la nostalgia y el control, y me agobio, y ese agobio me impide evolucionar.
Elizabeth Gilbert – Come, Reza, Ama
¿Cuánto me quieres? y ¿Quién manda aquí?», seducir e intimidar, dos actividades extenuantes que nos preocupan y nos ocupan más de lo necesario, más allá de lo saludable y que nos impiden mostrarnos tal como somos.
Aparecen ligadas al miedo de ser manipulados o abusados, de morir solos y abandonados, pero nos condicionan e incluso pueden llegar a derrotarnos.
No siempre tenemos que defendernos, tal vez nadie nos esté atacando. Vemos fantasmas acechando en cada esquina pero sólo son modalidades de nuestros miedos, de nuestras inseguridades, y así nos cerramos, desviamos nuestra atención de la realidad y nos perdemos la vida.
Dedicando tanto tiempo a parecer amables, a parecer interesantes, a parecer, desaparecemos, nos acemos inaccesibles. Tal vez consigamos confundir a alguien, seducirlo, pero a costa de interpretar, de fingir, de engañar.
Tenemos un sitio en la vida tal como somos, pienso que este es nuestro espacio, habitémoslo.
Intimidar y seducir