He aquí un relato popular donde se explica la diferencia entre el cielo y el infierno: en el infierno hay una mesa con numerosos platos que contienen suculentos manjares. Pero los comensales tienen una mano atada a un tenedor muy largo y la otra a un cuchillo también muy largo de modo que cuando cortan y pinchan el alimento no pueden llevárselo a la boca de ningún modo. Terrible tortura. ¿Y el cielo, cómo es el cielo? Pues la situación es la misma: una mesa llena de exquisitos manjares donde los comensales tienen las manos atadas a tan extraños cubiertos. La única diferencia es que aquí, en el cielo, cada uno corta y pincha los alimentos para llevarlos hasta la boca del otro.
Josep Maria Esquirol – La resistencia íntima
Parece que al final el mundo no es “como es” sino “como somos”.
Las circunstancias son las mismas, la configuración del cielo y del infierno idénticas, sólo cambia la disposición, la actitud.
Tenemos tendencia al infierno, a ver el mundo como una tortura.
Cuesta un poco más la visión del cielo pero ahí está: dar de comer al otro, ayudar, ofrecernos.
Una pausa, un tiempo para la reflexión, dejar que el cielo nos acoja, que el infierno se disuelva. Una pausa, cada día.
Me gusta mucho, comparto en luna en mengua. Saluditos.
Gracias por tu comentario y por compartir.
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