La Sra. Moses sacó unos espejos de un cajón. Sostuvo cada uno de ellos frente al joven para que él se viera a sí mismo. Eran espejos curvos, como los que hay en las ferias, aunque en pequeño. Las imágenes que reflejaban estaban muy distorsionadas, en algunos de ellos el joven apenas se podía reconocer a sí mismo. Uno hacía su cabeza casi de un metro de larga, en otro sus orejas parecían alas y en otro parecía el hombre más gordo del mundo. El joven rió.
–¿Cual de ellas es como usted? –preguntó la Sra. Moses.
–Ninguna –respondió el joven.
–¿Cómo lo sabe?
–Porque son espejos de broma. La imagen que reflejan no es la realidad.
–Por supuesto. Pero, ¿qué habría ocurrido si usted nunca antes hubiese visto una imagen suya? Sin duda al verse reflejado por estos espejos se habría horrorizado.
Afortunadamente, usted sabe cual es su apariencia física porque ya se ha visto muchas veces en otros espejos que no están alterados como estos. Pero, ¿ha visto usted alguna vez una auténtica imagen psicológica suya? Ve usted, existen espejos que nos reflejan nuestro aspecto físico pero no hay espejos que nos muestren nuestra apariencia psicológica. En lugar de ello nos basamos en las reacciones de otras personas, para a través de ellas, deducir cómo somos en nuestro interior. Los demás son espejos en los que nos vemos, sí, pero espejos distorsionados. Tienen sus propios prejuicios que distorsionan la imagen de usted.
El mayor error que puede usted cometer en la vida es basarse en los demás para averiguar quién es realmente.
Adam j. Jackson – Los 10 secretos de la abundante felicidad
Los demás no nos muestran como somos, más bien nos muestran como son.
En la inmensa mayoría de los casos no hay ningún tipo de mala intención. Nuestros amigos, nuestra familia, realmente nos quieren y quieren ayudarnos. El tema está en que nos ven, y ven el mundo, a través de sus propias gafas, de sus propios filtros, no como es en realidad, no como somos de verdad.
Ocurre que, en ocasiones, la mirada ajena nos hace daño, nos provoca sufrimiento. Palabras dichas sin ánimo de molestar, o de ofender, abren profundas heridas muy difíciles de cicatrizar.
Pienso que esta historia de espejos nos reafirma en la necesidad del viaje interior, del conocimiento de nosotros mismos a través de la indagación, de la observación de lo que nos pasa, de nuestras reacciones, de nuestros sentimientos y emociones, de nuestros pensamientos.
No podemos averiguar quienes somos a partir de los demás, mirándonos en espejos distorsionados, así nunca lo sabremos.
He estado un buen rato recorriendome todo lo que me he perdido este tiempo :), ya sabes, aunque me quedo atrás, me encanta salir corriendo cuando puedo y alcanzarte. Me he sentido muy agusto en todas las entradas, esta es la que más me ha gustado. Siempre que te leo es como que parece q cada microduda que haya podido tener de la vida me las encuentro aquí. Además me caen genial. Porque siempre coinciden con mis intuiciones. Te dejo un abrazo :))
Te he echado de menos.
Ya sabes lo bien que me sienta tu estímulo.
Gracias por tu visita, por tomarte un té conmigo. Un abrazo.