Una madre plancha la camisa de su hijo para una entrevista de trabajo
Su futuro ya no depende de mi, sino sólo de él mismo y de la suerte. Pero le plancho la camisa como si le dibujara una aura protectora, como si a través de ella mi presencia le tuviera que acompañar sin que el lo sepa, inspirándole la respuesta justa y el gesto adecuado -que, bien mirado, no se cuales son-.
Elimino las arrugas com si planchara les olas de las tempestades de la vida, com si le estuviera allanando los caminos del mundo. El ni se dará cuenta, de todo esto, como nunca nos damos cuenta de aquello que encontramos hecho, a punto, en orden, esperándonos como si fuera natural y no requiriera ningún esfuerzo. Pero es lo que puedo hacer y lo que me apetece hacer: soñar mientras plancho -tan pesado, tan aburrido, pero a veces, como ahora, con un toque de amor, de ansiedad y de ternura tan intenso, que alguna cosa salva-.
David Jou
La referencia del amor es el de la madre por su hijo. Dar sin esperar nada a cambio, sin negociación previa.
Y al final dejar ir deseando lo mejor, queriendo lo mejor, sin reproches, sin condiciones. Así queremos que sea nuestro amor. Tan sencillo, tan difícil.