Caminar rodeada de nieve, en el silencio de la nieve, en el blanco de la nieve, en el frío de la nieve cuando no hay nada de sol.
Al silencio, a la calma, a la relajación, estamos dispuestos a llegar, nos atrevemos. Pero la nada nos asusta, la tememos por sí misma, y porque nos parece que carece de sentido. Y carecer, carece; carece de todo. Pero tiene mucho sentido.
La nada necesaria, esta que llena de paz, esta que brilla, esta que nunca acaba en nada.
Me muero por volver al camino blanco entre los árboles, a las huellas de nuestros pasos persiguiéndonos incansablemente, a mi nariz helada que voy secando con este pañuelo de papel que me tenías guardado.