Llegará el día en que, con júbilo te des la bienvenida llegando a tu propia puerta, frente a tu propio espejo y cada uno reciba al otro con una sonrisa,
y dirás, siéntate aquí. Come. Amarás nuevamente a este extraño que fuiste. Toma un poco de vino. Pan. Devuelvele tu corazón al extraño que te ha querido
toda su vida, a quien has ignorado por otro, que te conoce de memoria. Retira las cartas de amor de la estantería,
las fotografías, las notas desesperadas, aclara tu imagen en el espejo. Siéntate. Festeja tu vida.
Derek Walcott
Por supuesto después del amor, pero
también para cada día, para todos los días. Darnos la bienvenida,
reencontrarnos, de regreso a nuestro corazón, unificados, no
dispersos, no alienados. Y aprender a estar bien con nosotros mismos,
solos, como un requisito más que aconsejable para estar bien con los
demás, para establecer relaciones sanas, equilibradas, basadas en el
respeto mutuo.
Volvernos
a querer, a reconocernos por lo que nos hace buenos, a vernos cómo
realmente somos y mejorarnos.
Nuevos
comienzos, sin restricciones, como la estructura misma del poema,
libre pero armónica, equilibrada, creciendo sin intromisiones
externas, sin miedo a la soledad.
Nota: En el video se puede identificar la imagen que aparece en la página de inicio de este blog. Tal vez a alguno le fuera familiar, tal vez ya la hubiérais reconocido.
Qué bueno!
Gracias por tus visitas y por tus comentarios. Un placer.