El piloto no ha dado el aviso, el altavoz permanece callado, pero lo sabemos, lo sé. Estamos en zona de turbulencias. En este momento, como siempre que uno se encuentra metido en un avión que atraviesa una zona de turbulencias, no puedo saber cómo de importantes pueden ser estas sacudidas, cómo acabará todo, pero tampoco pretendo saberlo. Tranquiliza mucho dejar de jugar a adivinar el futuro, dejar de contemplar un montón de posibles consecuencias para acabar quedándose con la peor.
Siempre hay giros inesperados, puertas que se abren en medio de la nada, donde no parecía haber ni portal, mientras que las que habían permanecido abiertas, los caminos conocidos, se van cerrando, extinguiendo, no siendo.
El parque, magnífico, poco transitado, permanece. Suena una guitarra, dos jóvenes se han saltado las clases, y su sonido me recuerda que una vez te oí cantar, que sabes mucho de caminos y de puertas, y que me diste tu correo.
Los poemas. Tengo muy poquitos acabados, mucho garabato, mucho batiburrillo. Hoy me he levantado con esta palabra. Me gusta como suena y me gusta lo que dice. Al fin y al cabo, nuestros problemas, nuestras trifulcas, el trabajo, los hijos… y hasta la crisis, tan sólo son un batiburrillo.
Pensamos demasiado, nos aturullamos y nos perdemos los poemas, la guitarra que sustituye al instituto, las noticias de los amigos que dejan fuera las tribulaciones y las cavilaciones que nos empobrecen y nos atenazan.
Al fin y al cabo, recoger los calcetines descuidados de nuestros hijos sin quejas, sin remordimientos, sin culpabilizaciones, con una sonrisa, con un abrazo, nos da espacio, nos libera, nos prepara para un dia como queremos que sea un dia, un dia de vida.
Y el amor de una madre por su hijo es el amor. Y como ya sabemos eso, podemos recoger los calcetines descuidados de otros hijos de otras madres y liberarnos, soltar la opresión de la lucha por el territorio, porque la dignidad no sólo no se pierde, la dignidad se gana recogiendo el desorden ajeno y no generando desorden propio para ganar un ego más abultado, más crecido, más infame.
Y como todo esto ha venido a cuento de una guitarra que sonaba, que suena, ahora acompañada por una armónica, y la guitarra ha venido contigo, ahora todo esto es para ti.
Un beso
Hola, no tiene nada que ver con el post, pero me gustaría compartir este vídeo con vosotros.
Un saludo
Ángel
¿Qué pasaría si el amor de tu vida aparece 23 años después mirándote a tus ojos sin hablar? – See more at:
http://www.therestauranton.com/blog/2013/09/marina-abramovic-ulay-moma/
Precioso, Angel.
Gracias por compartir este video con nosotros.
De una idea a otra, de un pensamiento a otro, asociado a recuerdos, a sensaciones…
y llevándote a una gran reflexión.
Muy bonito!!
Me voy, escuchando algunos acordes 🙂
Saludos!!
Muchas gracias.
Encantado de que te haya gustado, una alegría y más cuando viene de una buena lectora como tú.
ayer te dejé aquí un comentario que creo, que no fue bien mandado…
Te hablaba de que me había gustado leerte de esta forma, mucho más cercana. Casi como si charlara contigo en un banco del parque.
:))
Tengo cerca un parque silencioso, para mi un tanto desprovisto de árboles, al que por las mañanas sólo acuden los estudiantes de un instituto cercano que se saltan alguna clase o algunos sin techo para echar una cabezadita. A este parque voy siempre que puedo a buscar mi brisa.
El otro dia oí que las abejas, en los días de mucho calor, agitan sus alas rápidamente, de ahí su zumbido, para refrescar su panal… y les cambia la vida, como a mí el hecho de moverme para provocar mi brisa y no esperarla.
El parque se renueva al verte aparecer, de nuevo.